Ir al contenido principal

¿Será verdad?

Ap.12 Las selañes del cielo

La mujer (Israel), el dragón (Satanás), el Hijo (el Mesías Jesús ) Conozca a verdad para que nadie lo engañe. El segundo y útimo intento del Querubín caído y sus demonios para tomar por asalto el trono del Hijo de Dios. Su derrota a manos del arcángel Miguel y sus ejercitos. Las consecuencias de su derribo y su confinamiento al planeta tierra.     Israel y el inicio de la segunda parte del período de la tribuación Solicte gratis este libro a ricardoarias349@gmail.com Estamos para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de Israel

la iglesia de Esmirna


 








 

“Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: «El primero y el último, el que estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto: “Yo conozco tu tribulación y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que son sinagoga de Satanás. No temas lo que estás por sufrir. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda” (Ap.2.8-11)

 

La ciudad de Esmirna

 

E

smirna (la Izmir actual), es una ciudad metropolitana de Turquía situada en el extremo occidental de Anatolia, capital de la provincia de Esmirna. Es el segundo puerto más importante del país tras Estambul y la tercera ciudad turca en población, después de Estambul y Ankara. Es también la segunda ciudad más poblada del mar Egeo después de Atenas. Situada en la costa occidental de Asia Menor. La palabra “esmirna” significa “mirra” (en griego “smyrna”, smyrna) y aparece en el Nuevo Testamento como uno de los presentes preciosos que los sabios del Oriente ofrecieron al Señor Jesús y como ingrediente para embalsamar que Nicodemo utilizó para sepultar al Mesías (Mt.2:11; Jn.19:39; véase también Éx.30:23; Sal.45:8; Cant.5:5,13).

         Si era inevitable que Éfeso ocupara el primer lugar en la lista de las siete iglesias, era igualmente natural que Esmirna, su gran rival, ocupara el segundo. Le disputaba a Éfeso y a Pérgamo el título de “La primera ciudad de Asia”, como consta en las monedas de la época. De todas las ciudades de Asia, Esmirna era la más encantadora. Luciano de Samósata dijo que era "la más bonita de las ciudades de Jonia”. Arístides, que cantó las alabanzas de Esmirna con tal esplendor, habló de

“la gracia que la orla como un arco iris... la luminosidad que la rodea por todas partes y que alcanza hasta los cielos como el brillo de la armadura de bronce de Homero”

Añadía al encanto de Esmirna el que el viento del Oeste, el céfiro blando, siempre soplaba por sus calles. "El viento -decía Arístides- sopla por toda la ciudad refrescándola como si fuera un soto de árboles”.

El continuo viento del oeste tenía un solo inconveniente: el alcantarillado de la ciudad vertía en el golfo en cuya orilla estaba construida, y el viento tendía a hacerlo retroceder en lugar de impulsarlo mar adentro. La ciudad de Esmirna estaba maravillosamente situada. Se encontraba al final de la carretera que cruzaba Frigia y Lidia y se dirigía al lejano Oriente, y controlaba el comercio del rico valle del Hermo. Era inevitable que fuera una ciudad comercial. La misma ciudad estaba al final de un largo brazo de mar que acababa en un pequeño puerto encerrado en la tierra y en el corazón de la ciudad. Era el más seguro de todos los puertos y el más conveniente; y tenía la ventaja adicional de que en tiempo de guerra se podía cerrar fácilmente mediante una cadena de lado a lado de la boca. Era apropiado que en las monedas de Esmirna se representara un barco mercante dispuesto a hacerse a la mar. La situación de la ciudad era igualmente hermosa. Empezaba en el puerto; atravesaba el estrecho pie de las colinas, y entonces surgía detrás de la ciudad el Pago, una colina cubierta de templos y nobles edificios que se describían como “La corona de Esmirna”.

Arístides comparaba a Esmirna con una gran estatua con los pies en el mar, el cuerpo en el llano y en las colinas y la cabeza, coronada de grandes edificios, en el Pago trasero. La llamaba “una flor de belleza tal que ni el sol ni la tierra le han mostrado jamás a la humanidad nada igual”. Su historia no tenía poco que ver con la belleza de Esmirna, porque era una de las pocas ciudades del mundo planificadas a propósito. Se había fundado como una colonia griega allá por el año 1000 a.C. Alrededor del año 600 a.C. le había sobrevenido una desgracia, porque los lidios la habían asaltado por el Este y destruido. Quedó prácticamente convertida en una serie de aldeas durante cuatrocientos años, hasta que la reedificó Lisímaco como un conjunto bien planificado.  Se construyó con calles amplias y rectas. Estrabón habla de la belleza de sus calles, la excelencia de su pavimentación y los grandes bloques rectangulares de su construcción. La más famosa de sus calles era la Calle del Oro, que empezaba en el templo de Zeus y acababa en el templo de Cibeles. Daba la vuelta al pie de la colina del Pago; y, si los edificios que coronaban el Pago eran la corona de Esmirna, la calle del Oro era el collar que rodeaba el cuello de la colina.

Mucho antes de que el Imperio Romano llegara a ser el indiscutible señor del mundo, Esmirna le había dado su voto, y nunca le había fallado en su lealtad. Cicerón llamaba a Esmirna “una de nuestras más antiguas y fieles aliadas”. En las campañas contra Mitrídates en el Oriente lejano, las cosas le iban mal a Roma, y cuando los soldados romanos estaban sufriendo hambre y frío, el pueblo de Esmirna se despojó de sus ropas para enviárselas. Tal era la reverencia que sentía Esmirna por Roma que ya hacia 195 a C. fue la primera ciudad del mundo que erigió un templo a la diosa Roma. Y en el año 26 d C., cuando las ciudades de Asia Menor se disputaban el honor de edificar un templo a la divinidad de Tiberio, fue elegida Esmirna aun por encima del mismo Éfeso. Seis años antes de la muerte del Señor Jesús en la ciudad de Jerusalén, un delegado de Esmirna declaraba enfáticamente delante del Senado Romano que el nuevo templo que iba a ser erigido y dedicado al emperador Tiberio debería ser construido en Esmirna, a causa de la profunda amistad entre las dos ciudades. Su lealtad recibía la debida atención, siendo designada como una “urbis libera”, “ciudad libre”. La ciudad ostentaba una estatua dedicada no sólo a Tiberio, sino también a su madre y, además al senado. Durante el dominio romano, Esmirna de tornó en el centro de la idolatría oficial, conocida como “Guardiana del Tempo” (en griego, “neokoros”, noekoros)

No solo era grande Esmirna en comercio, belleza y eminencia política y religiosa; también era una ciudad en la que florecía la cultura. Apolonio de Tiana había convencido a Esmirna de que solamente sus hombres podían hacer grande a una ciudad. Dijo:

“Aunque Esmirna es la más hermosa de todas las ciudades que hay bajo el Sol, y que es la señora del mar, y que ejerce señorío sobre las fuentes del céfiro, aún es mayor encanto estar coronada de hombres que de pórticos y escenarios y oro más allá del nivel de toda la humanidad: porque los edificios se ven solo en su lugar, pero los hombres se conocen por doquiera, y se habla de ellos por doquiera, y hacen a su ciudad tan amplia como el ámbito de los países que pueden visitar”

Así es que la ciudad de Esmirna tenía un estadio en el que se celebraban juegos atléticos famosos todos los años; una biblioteca pública imponente; un odeón que era el hogar de la música, y un teatro que era uno de los más grandes de Asia Menor. En particular, Esmirna era una de las ciudades que pretendían ser la cuna de Homero; tenía un edificio en su memoria llamado el Homerión, y ponía la efigie de Homero en sus monedas. La ciudad poseía una arquitectura magnífica, donde había una legión de templos -a Cibeles, Zeus, Apolo, Némesis, Afrodita, y Esculapio. Esmirna tenía una dotación especial de las características comunes a todas las ciudades griegas. Era famosa entre todas las ciudades por su orgullo local, cada uno de sus habitantes quería exaltar a su ciudad.


Para continuar leyendo este comentario solicite gratuitamente el libro a
ricardoarias349@gmail.com


Estamos para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de Israel

Entradas populares