¿Será verdad?
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
la iglesia de Esmirna
“Y
escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: «El primero y el último, el que
estuvo muerto y ha vuelto a la vida, dice esto: “Yo conozco tu tribulación y tu
pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos y no
lo son, sino que son sinagoga de Satanás. No temas lo que estás por sufrir. He
aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis probados,
y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la
corona de la vida. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la muerte segunda” (Ap.2.8-11)
La ciudad de Esmirna
E |
smirna (la
Izmir actual), es una ciudad metropolitana de Turquía situada en el extremo
occidental de Anatolia, capital de la provincia de Esmirna. Es el segundo
puerto más importante del país tras Estambul y la tercera ciudad turca en
población, después de Estambul y Ankara.
Es también la segunda ciudad más poblada del mar Egeo
después de Atenas. Situada en la costa
occidental de Asia Menor. La palabra “esmirna” significa “mirra” (en griego “smyrna”,
smyrna) y aparece en el Nuevo
Testamento como uno de los presentes preciosos que los sabios del Oriente
ofrecieron al Señor Jesús y como ingrediente para embalsamar que Nicodemo
utilizó para sepultar al Mesías (Mt.2:11; Jn.19:39; véase también Éx.30:23;
Sal.45:8; Cant.5:5,13).
Si era inevitable que Éfeso ocupara el
primer lugar en la lista de las siete iglesias, era igualmente natural que
Esmirna, su gran rival, ocupara el segundo. Le disputaba a Éfeso y a Pérgamo el
título de “La primera ciudad de Asia”, como consta en las monedas de la época. De
todas las ciudades de Asia, Esmirna era la más encantadora. Luciano de Samósata
dijo que era "la más bonita de las ciudades de Jonia”. Arístides, que
cantó las alabanzas de Esmirna con tal esplendor, habló de
“la gracia que la orla como un arco iris... la luminosidad que la rodea por todas partes y que alcanza hasta los cielos como el brillo de la armadura de bronce de Homero”
Añadía al
encanto de Esmirna el que el viento del Oeste, el céfiro blando, siempre
soplaba por sus calles. "El viento -decía Arístides- sopla por toda la
ciudad refrescándola como si fuera un soto de árboles”.
El
continuo viento del oeste tenía un solo inconveniente: el alcantarillado de la
ciudad vertía en el golfo en cuya orilla estaba construida, y el viento tendía
a hacerlo retroceder en lugar de impulsarlo mar adentro. La ciudad de Esmirna
estaba maravillosamente situada. Se encontraba al final de la carretera que
cruzaba Frigia y Lidia y se dirigía al lejano Oriente, y controlaba el comercio
del rico valle del Hermo. Era inevitable que fuera una ciudad comercial. La
misma ciudad estaba al final de un largo brazo de mar que acababa en un pequeño
puerto encerrado en la tierra y en el corazón de la ciudad. Era el más seguro
de todos los puertos y el más conveniente; y tenía la ventaja adicional de que
en tiempo de guerra se podía cerrar fácilmente mediante una cadena de lado a lado
de la boca. Era apropiado que en las monedas de Esmirna se representara un
barco mercante dispuesto a hacerse a la mar. La situación de la ciudad era
igualmente hermosa. Empezaba en el puerto; atravesaba el estrecho pie de las
colinas, y entonces surgía detrás de la ciudad el Pago, una colina cubierta de
templos y nobles edificios que se describían como “La corona de Esmirna”.
Arístides
comparaba a Esmirna con una gran estatua con los pies en el mar, el cuerpo en
el llano y en las colinas y la cabeza, coronada de grandes edificios, en el
Pago trasero. La llamaba “una flor de belleza tal que ni el sol ni la tierra le
han mostrado jamás a la humanidad nada igual”. Su historia no tenía poco que
ver con la belleza de Esmirna, porque era una de las pocas ciudades del mundo
planificadas a propósito. Se había fundado como una colonia griega allá por el
año 1000 a.C. Alrededor del año 600 a.C. le había sobrevenido una desgracia,
porque los lidios la habían asaltado por el Este y destruido. Quedó
prácticamente convertida en una serie de aldeas durante cuatrocientos años,
hasta que la reedificó Lisímaco como un conjunto bien planificado. Se construyó con calles amplias y rectas.
Estrabón habla de la belleza de sus calles, la excelencia de su pavimentación y
los grandes bloques rectangulares de su construcción. La más famosa de sus
calles era la Calle del Oro, que empezaba en el templo de Zeus y acababa en el
templo de Cibeles. Daba la vuelta al pie de la colina del Pago; y, si los
edificios que coronaban el Pago eran la corona de Esmirna, la calle del Oro era
el collar que rodeaba el cuello de la colina.
Mucho
antes de que el Imperio Romano llegara a ser el indiscutible señor del mundo,
Esmirna le había dado su voto, y nunca le había fallado en su lealtad. Cicerón
llamaba a Esmirna “una de nuestras más antiguas y fieles aliadas”. En las
campañas contra Mitrídates en el Oriente lejano, las cosas le iban mal a Roma,
y cuando los soldados romanos estaban sufriendo hambre y frío, el pueblo de
Esmirna se despojó de sus ropas para enviárselas. Tal era la reverencia que
sentía Esmirna por Roma que ya hacia 195 a C. fue la primera ciudad del mundo
que erigió un templo a la diosa Roma. Y en el año 26 d C., cuando las ciudades
de Asia Menor se disputaban el honor de edificar un templo a la divinidad de
Tiberio, fue elegida Esmirna aun por encima del mismo Éfeso. Seis años antes de
la muerte del Señor Jesús en la ciudad de Jerusalén, un delegado de Esmirna
declaraba enfáticamente delante del Senado Romano que el nuevo templo que iba a
ser erigido y dedicado al emperador Tiberio debería ser construido en Esmirna,
a causa de la profunda amistad entre las dos ciudades. Su lealtad recibía la
debida atención, siendo designada como una “urbis libera”, “ciudad libre”. La
ciudad ostentaba una estatua dedicada no sólo a Tiberio, sino también a su
madre y, además al senado. Durante el dominio romano, Esmirna de tornó en el
centro de la idolatría oficial, conocida como “Guardiana del Tempo” (en griego,
“neokoros”, noekoros)
No
solo era grande Esmirna en comercio, belleza y eminencia política y religiosa;
también era una ciudad en la que florecía la cultura. Apolonio de Tiana había
convencido a Esmirna de que solamente sus hombres podían hacer grande a una
ciudad. Dijo:
“Aunque Esmirna es la más hermosa de todas las ciudades que hay bajo el Sol, y que es la señora del mar, y que ejerce señorío sobre las fuentes del céfiro, aún es mayor encanto estar coronada de hombres que de pórticos y escenarios y oro más allá del nivel de toda la humanidad: porque los edificios se ven solo en su lugar, pero los hombres se conocen por doquiera, y se habla de ellos por doquiera, y hacen a su ciudad tan amplia como el ámbito de los países que pueden visitar”
Así es que la
ciudad de Esmirna tenía un estadio en el que se celebraban juegos atléticos
famosos todos los años; una biblioteca pública imponente; un odeón que era el
hogar de la música, y un teatro que era uno de los más grandes de Asia Menor.
En particular, Esmirna era una de las ciudades que pretendían ser la cuna de
Homero; tenía un edificio en su memoria llamado el Homerión, y ponía la efigie
de Homero en sus monedas. La ciudad poseía una arquitectura magnífica, donde
había una legión de templos -a Cibeles, Zeus, Apolo, Némesis, Afrodita, y
Esculapio. Esmirna tenía una dotación especial de las características comunes a
todas las ciudades griegas. Era famosa entre todas las ciudades por su orgullo
local, cada uno de sus habitantes quería exaltar a su ciudad.
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps
Entradas populares

Ap.12 Las selañes del cielo
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps

Una multitud delante del trono
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps

El caballo blanco y su jinete
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps

¡¡¡Todos los libros gratis!!!
- Obtener vínculo
- X
- Correo electrónico
- Otras apps