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¿Será verdad?

Ap.12 Las selañes del cielo

La mujer (Israel), el dragón (Satanás), el Hijo (el Mesías Jesús ) Conozca a verdad para que nadie lo engañe. El segundo y útimo intento del Querubín caído y sus demonios para tomar por asalto el trono del Hijo de Dios. Su derrota a manos del arcángel Miguel y sus ejercitos. Las consecuencias de su derribo y su confinamiento al planeta tierra.     Israel y el inicio de la segunda parte del período de la tribuación Solicte gratis este libro a ricardoarias349@gmail.com Estamos para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de Israel

La iglesia de Filadelfia

 







Carta a Filadelfia

Philadelfia (philadelfia, “amor fraternal”)

Paralelismo con la parábola del tesoro escondido (Mt.13:44-46)

Período profético de 1750-1914

Ap.2-3 Las cosas que son (Ap.3:7–13)

“El Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre, dice esto: “Yo conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has guardado mi palabra y no has negado mi nombre. He aquí, yo entregaré a aquellos de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te he amado. Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. Al vencedor le haré una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap.3:7-13)

La ciudad de Filadelfia

 

Situada a unos cincuenta kilómetros al sureste de Sardis y a unos noventa y cinco al este de Esmirna, la  ciudad de Filadelfia se levantaba en donde en tiempos modernos se levanta una ciudad llamada Allah-Shehr (en árabe “La ciudad de Dios”). Fue fundada en el 140 a.C. por Atalus II, rey de Pérgamo (reinó del 159 al 138 a.C.). Eumenes II reinaba sobre la ciudad. En una ocasión, cuando se había ausentado de la ciudad, habiendo hecho un viaje a Grecia, llegó el rumor de su asesinato. Por ende, su hermano Atalus II tomó la corona. Pero cuando, de pronto, su hermano regreso de Grecia, gustosamente le rindió la corona. Luego, cuando la política del Imperio Romano tentaba a Atalus a ser usurpador y remover a su hermano del trono, rehusó la tentación debido a su amor por su hermano. Por este motivo, recibió el nombre de “Filadelfus” (filadelfo), que en griego significa “amigo de su hermano”. En justa correspondencia, Eumenes dio a la ciudad el nombre de “Filadelfia” (filadelfia), esto es, “afecto fraternal” (en este sentido ocurre dos veces el vocablo griego philadelfia, philadelfia, en 2P.1:7).

Era una ciudad de la provincia romana de Asia, la porción occidental que actualmente es la Turquía asiática. Estaba estratégicamente situada a lo largo de una carretera muy frecuentada que unía el este (Asia) con el oeste (Europa), que era la ruta principal del correo imperial desde Roma al Este. Por este motivo a la ciudad se le llamaba “La puerta al Oriente”. La ciudad fue fundada como un centro con el propósito de consolidar, regular y educar a las regiones de su entorno sobre la cultura griega. Así que, desde el principio, gozaba de un ambiente misionero; fundada para promover una unidad de espíritu, costumbres y lealtad dentro del imperio. Fue exitosa en este proyecto. Una moneda de la ciudad de Filadelfia muestra a dos hermanos, de la mismísima apariencia, llevando una estatua de la diosa Artemis (o Diana), mirando hacia la figura femenina. La moneda enseña que el culto a Artemis de Éfeso fue introducido y aceptado por la población de Filadelfia. La ciudad estaba situada sobre un valle fertilísimo regado por el río Cogamis, afluente del Hermo. Tenía una acrópolis, o cima de la ciudad, colocada sobre un triple montículo. Su envidiable posición en la cabecera de aquel valle tan fértil (debido al subsuelo volcánico), que llegaba hasta cerca de la ciudad de Esmirna, pasando por Sardis. Esto hizo que el rey Atalo II la destinase a ser un centro de difusión del lenguaje y costumbres helénicas en toda la región de Lidia y Frigia. En tiempos del Nuevo Testamento era la segunda ciudad más importante de Lidia.

El historiador romano Estrabón, la llamó “la ciudad de los temblores”, porque ninguna otra ciudad de Asia Menor sufría de más sismos. Infelizmente, su ubicación topográfica la situada en la orilla de una cadena de volcanes extintos en la actualidad, pero activos por lo menos dos mil años. Por esto, muchas personas vivían fuera de los límites de la ciudad. Se observan río de lava ennegrecidos y montones de ceniza por todas partes de la región. La cadena montañosa cercana se llama “Katakekaumene”, similar al verbo “acostarse” o “tenderse”. Erupciones severas en el año 17 d.C. causaron grandes estragos, destruyendo once ciudades, incluyendo las ciudades de Sardis y Filadelfia. Los antiguos historiadores registran que los filadelfinos vivieron en un estado de espanto durante tres años, a causa de repetidos remezones, y se la llamaba “la tierra quemada”.

         Según Tácito, el historiador romano, unos treinta años después, la ciudad de Filadelfia fue casi destruida por completo durante el reinado del emperador romano Tiberio (46-70 d.C.). Al igual que Sardis, Filadelfia recibió ayuda financiera del emperador Tiberio para la reconstrucción de la ciudad. Económicamente, a causa de la actividad volcánica que esparcía cenizas ricas en minerales, la cosecha principal eran las uvas. Pero cuando el emperador Domiciano promulgó un edicto en el año 92 d.C. que requería que toda la viticultura se redujera a la mitad en todo el imperio (probablemente para fomentar el cultivo de cereales para alimentar a sus ejércitos), devastó la economía y llevó a muchos a la pobreza.

         Esto fue particularmente resentido en la ciudad de Filadelfia, ya que estaba totalmente comprometida con el emperador, llegando incluso a cambiar su nombre por el de Neokaisareia durante un tiempo y, posteriormente, bajo el emperador Vespasiano recibió el nombre imperial de Flavia. Como fue el caso con la mayoría de las ciudades en esa área. Filadelfia estaba sumergida en la idolatría, y más tarde, sumergida en el culto al emperador romano. Era famosa por el número y la grandeza de sus templos y sus fiestas religiosas. Debido a la magnificencia de sus edificios y templos, llegó a ser conocida como “la pequeña Atenas”. De acuerdo con esto, Dionisio era uno de los principales dioses y objeto del culto pagano. La cabeza de este dios estaba grabada en las monedas de Filadelfia. Con el correr de los siglos, un testimonio cristiano nominal continuó en la ciudad de Filadelfia y prosperó incluso bajo el dominio del Imperio Otomano. Pero todos los cristianos nominales dejaron la ciudad para mudarse hacia Grecia después de la Primera Guerra Mundial.

         La ciudad moderna de Alaÿehir en el sitio todavía es sinónimo de pasas sultanas secas y conocida por su mercado de frutas frescas.

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