¿Será verdad?
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La iglesia de Filadelfia
Philadelfia (philadelfia, “amor fraternal”)
Paralelismo
con la parábola del tesoro escondido (Mt.13:44-46)
Período
profético de 1750-1914
Ap.2-3 Las cosas que son (Ap.3:7–13)
“El Santo, el Verdadero,
el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, y cierra y nadie
abre, dice esto: “Yo conozco tus obras. Mira, he puesto delante de ti una
puerta abierta que nadie puede cerrar, porque tienes un poco de poder, has
guardado mi palabra y no has negado mi nombre. He aquí, yo entregaré a aquellos
de la sinagoga de Satanás que se dicen ser judíos y no lo son, sino que
mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y sepan que yo te
he amado. Porque has guardado la palabra de mi perseverancia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba, esa hora que está por venir sobre todo el
mundo para poner a prueba a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto;
retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona. Al vencedor le haré
una columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; escribiré
sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva
Jerusalén, que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap.3:7-13)
La ciudad de Filadelfia
Situada a unos cincuenta kilómetros al sureste de
Sardis y a unos noventa y cinco al este de Esmirna, la ciudad de Filadelfia se levantaba en donde en
tiempos modernos se levanta una ciudad llamada Allah-Shehr (en árabe “La ciudad
de Dios”). Fue fundada en el 140 a.C. por Atalus II, rey de Pérgamo (reinó del
159 al 138 a.C.). Eumenes II reinaba sobre la ciudad. En una ocasión, cuando se
había ausentado de la ciudad, habiendo hecho un viaje a Grecia, llegó el rumor
de su asesinato. Por ende, su hermano Atalus II tomó la corona. Pero cuando, de
pronto, su hermano regreso de Grecia, gustosamente le rindió la corona. Luego,
cuando la política del Imperio Romano tentaba a Atalus a ser usurpador y
remover a su hermano del trono, rehusó la tentación debido a su amor por su
hermano. Por este motivo, recibió el nombre de “Filadelfus” (filadelfo), que
en griego significa “amigo de su hermano”. En justa correspondencia, Eumenes
dio a la ciudad el nombre de “Filadelfia” (filadelfia), esto es, “afecto
fraternal” (en este sentido ocurre dos veces el vocablo griego philadelfia, philadelfia, en
2P.1:7).
Era una ciudad de la provincia romana de Asia, la
porción occidental que actualmente es la Turquía asiática. Estaba estratégicamente
situada a lo largo de una carretera muy frecuentada que unía el este (Asia) con
el oeste (Europa), que era la ruta principal del correo imperial desde Roma al
Este. Por este motivo a la ciudad se le llamaba “La puerta al Oriente”. La
ciudad fue fundada como un centro con el propósito de consolidar, regular y
educar a las regiones de su entorno sobre la cultura griega. Así que, desde el
principio, gozaba de un ambiente misionero; fundada para promover una unidad de
espíritu, costumbres y lealtad dentro del imperio. Fue exitosa en este proyecto.
Una moneda de la ciudad de Filadelfia muestra a dos hermanos, de la mismísima
apariencia, llevando una estatua de la diosa Artemis (o Diana), mirando hacia
la figura femenina. La moneda enseña que el culto a Artemis de Éfeso fue
introducido y aceptado por la población de Filadelfia. La ciudad estaba situada
sobre un valle fertilísimo regado por el río Cogamis, afluente del Hermo. Tenía
una acrópolis, o cima de la ciudad, colocada sobre un triple montículo. Su
envidiable posición en la cabecera de aquel valle tan fértil (debido al subsuelo
volcánico), que llegaba hasta cerca de la ciudad de Esmirna, pasando por Sardis.
Esto hizo que el rey Atalo II la destinase a ser un centro de difusión del
lenguaje y costumbres helénicas en toda la región de Lidia y Frigia. En tiempos
del Nuevo Testamento era la segunda ciudad más importante de Lidia.
El historiador romano Estrabón, la llamó “la ciudad
de los temblores”, porque ninguna otra ciudad de Asia Menor sufría de más
sismos. Infelizmente, su ubicación topográfica la situada en la orilla de una
cadena de volcanes extintos en la actualidad, pero activos por lo menos dos mil
años. Por esto, muchas personas vivían fuera de los límites de la ciudad. Se
observan río de lava ennegrecidos y montones de ceniza por todas partes de la
región. La cadena montañosa cercana se llama “Katakekaumene”, similar al verbo
“acostarse” o “tenderse”. Erupciones severas en el año 17 d.C. causaron grandes
estragos, destruyendo once ciudades, incluyendo las ciudades de Sardis y
Filadelfia. Los antiguos historiadores registran que los filadelfinos vivieron
en un estado de espanto durante tres años, a causa de repetidos remezones, y se
la llamaba “la
tierra quemada”.
Según
Tácito, el historiador romano, unos treinta años después, la ciudad de
Filadelfia fue casi destruida por completo durante el reinado del emperador
romano Tiberio (46-70 d.C.). Al igual que Sardis, Filadelfia recibió ayuda financiera
del emperador Tiberio para la reconstrucción de la ciudad. Económicamente, a
causa de la actividad volcánica que esparcía cenizas ricas en minerales, la
cosecha principal eran las uvas. Pero cuando el emperador Domiciano promulgó un
edicto en el año 92 d.C. que requería que toda la viticultura se redujera a la
mitad en todo el imperio (probablemente para fomentar el cultivo de cereales
para alimentar a sus ejércitos), devastó la economía y llevó a muchos a la
pobreza.
Esto
fue particularmente resentido en la ciudad de Filadelfia, ya que estaba
totalmente comprometida con el emperador, llegando incluso a cambiar su nombre
por el de Neokaisareia durante un tiempo y, posteriormente, bajo el emperador Vespasiano
recibió el nombre imperial de Flavia. Como fue el caso con la mayoría de las ciudades en
esa área. Filadelfia estaba sumergida en la idolatría, y más tarde, sumergida
en el culto al emperador romano. Era famosa por el número y la grandeza de sus
templos y sus fiestas religiosas. Debido a la magnificencia de sus edificios y
templos, llegó a ser conocida como “la pequeña Atenas”. De acuerdo con esto,
Dionisio era uno de los principales dioses y objeto del culto pagano. La cabeza
de este dios estaba grabada en las monedas de Filadelfia. Con el correr de los
siglos, un testimonio cristiano nominal continuó en la ciudad de Filadelfia y
prosperó incluso bajo el dominio del Imperio Otomano. Pero todos los cristianos
nominales dejaron la ciudad para mudarse hacia Grecia después de la Primera
Guerra Mundial.
La
ciudad moderna de Alaÿehir en el sitio todavía es sinónimo de pasas sultanas
secas y conocida por su mercado de frutas frescas.
Para
continuar leyendo este comentario solicite gratuitamente el libro a ricardoarias349@gmail.com
Estamos
para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de
Israel
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Situada a unos cincuenta kilómetros al sureste de
Sardis y a unos noventa y cinco al este de Esmirna, la ciudad de Filadelfia se levantaba en donde en
tiempos modernos se levanta una ciudad llamada Allah-Shehr (en árabe “La ciudad
de Dios”). Fue fundada en el 140 a.C. por Atalus II, rey de Pérgamo (reinó del
159 al 138 a.C.). Eumenes II reinaba sobre la ciudad. En una ocasión, cuando se
había ausentado de la ciudad, habiendo hecho un viaje a Grecia, llegó el rumor
de su asesinato. Por ende, su hermano Atalus II tomó la corona. Pero cuando, de
pronto, su hermano regreso de Grecia, gustosamente le rindió la corona. Luego,
cuando la política del Imperio Romano tentaba a Atalus a ser usurpador y
remover a su hermano del trono, rehusó la tentación debido a su amor por su
hermano. Por este motivo, recibió el nombre de “Filadelfus” (filadelfo), que
en griego significa “amigo de su hermano”. En justa correspondencia, Eumenes
dio a la ciudad el nombre de “Filadelfia” (filadelfia), esto es, “afecto
fraternal” (en este sentido ocurre dos veces el vocablo griego philadelfia, philadelfia, en
2P.1:7).
Era una ciudad de la provincia romana de Asia, la
porción occidental que actualmente es la Turquía asiática. Estaba estratégicamente
situada a lo largo de una carretera muy frecuentada que unía el este (Asia) con
el oeste (Europa), que era la ruta principal del correo imperial desde Roma al
Este. Por este motivo a la ciudad se le llamaba “La puerta al Oriente”. La
ciudad fue fundada como un centro con el propósito de consolidar, regular y
educar a las regiones de su entorno sobre la cultura griega. Así que, desde el
principio, gozaba de un ambiente misionero; fundada para promover una unidad de
espíritu, costumbres y lealtad dentro del imperio. Fue exitosa en este proyecto.
Una moneda de la ciudad de Filadelfia muestra a dos hermanos, de la mismísima
apariencia, llevando una estatua de la diosa Artemis (o Diana), mirando hacia
la figura femenina. La moneda enseña que el culto a Artemis de Éfeso fue
introducido y aceptado por la población de Filadelfia. La ciudad estaba situada
sobre un valle fertilísimo regado por el río Cogamis, afluente del Hermo. Tenía
una acrópolis, o cima de la ciudad, colocada sobre un triple montículo. Su
envidiable posición en la cabecera de aquel valle tan fértil (debido al subsuelo
volcánico), que llegaba hasta cerca de la ciudad de Esmirna, pasando por Sardis.
Esto hizo que el rey Atalo II la destinase a ser un centro de difusión del
lenguaje y costumbres helénicas en toda la región de Lidia y Frigia. En tiempos
del Nuevo Testamento era la segunda ciudad más importante de Lidia.
El historiador romano Estrabón, la llamó “la ciudad
de los temblores”, porque ninguna otra ciudad de Asia Menor sufría de más
sismos. Infelizmente, su ubicación topográfica la situada en la orilla de una
cadena de volcanes extintos en la actualidad, pero activos por lo menos dos mil
años. Por esto, muchas personas vivían fuera de los límites de la ciudad. Se
observan río de lava ennegrecidos y montones de ceniza por todas partes de la
región. La cadena montañosa cercana se llama “Katakekaumene”, similar al verbo
“acostarse” o “tenderse”. Erupciones severas en el año 17 d.C. causaron grandes
estragos, destruyendo once ciudades, incluyendo las ciudades de Sardis y
Filadelfia. Los antiguos historiadores registran que los filadelfinos vivieron
en un estado de espanto durante tres años, a causa de repetidos remezones, y se
la llamaba “la
tierra quemada”.
Según
Tácito, el historiador romano, unos treinta años después, la ciudad de
Filadelfia fue casi destruida por completo durante el reinado del emperador
romano Tiberio (46-70 d.C.). Al igual que Sardis, Filadelfia recibió ayuda financiera
del emperador Tiberio para la reconstrucción de la ciudad. Económicamente, a
causa de la actividad volcánica que esparcía cenizas ricas en minerales, la
cosecha principal eran las uvas. Pero cuando el emperador Domiciano promulgó un
edicto en el año 92 d.C. que requería que toda la viticultura se redujera a la
mitad en todo el imperio (probablemente para fomentar el cultivo de cereales
para alimentar a sus ejércitos), devastó la economía y llevó a muchos a la
pobreza.
Esto
fue particularmente resentido en la ciudad de Filadelfia, ya que estaba
totalmente comprometida con el emperador, llegando incluso a cambiar su nombre
por el de Neokaisareia durante un tiempo y, posteriormente, bajo el emperador Vespasiano
recibió el nombre imperial de Flavia. Como fue el caso con la mayoría de las ciudades en
esa área. Filadelfia estaba sumergida en la idolatría, y más tarde, sumergida
en el culto al emperador romano. Era famosa por el número y la grandeza de sus
templos y sus fiestas religiosas. Debido a la magnificencia de sus edificios y
templos, llegó a ser conocida como “la pequeña Atenas”. De acuerdo con esto,
Dionisio era uno de los principales dioses y objeto del culto pagano. La cabeza
de este dios estaba grabada en las monedas de Filadelfia. Con el correr de los
siglos, un testimonio cristiano nominal continuó en la ciudad de Filadelfia y
prosperó incluso bajo el dominio del Imperio Otomano. Pero todos los cristianos
nominales dejaron la ciudad para mudarse hacia Grecia después de la Primera
Guerra Mundial.
La ciudad moderna de Alaÿehir en el sitio todavía es sinónimo de pasas sultanas secas y conocida por su mercado de frutas frescas.
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