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Los 144 mil sellados de las 12 tribus de Israel
Los 144 mil sellados de las 12 tribus de Israel
“Después de esto, vi a cuatro ángeles de pie en los cuatro extremos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplara viento alguno, ni sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. Y vi a otro ángel que subía de donde sale el sol y que tenía el sello del Dios vivo; y gritó a gran voz a los cuatro ángeles a quienes se les había concedido hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño, ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que hayamos puesto un sello en la frente a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los que fueron sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel; de la tribu de Judá fueron sellados doce mil; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce mil; de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil, y de la tribu de Benjamín fueron sellados doce mil” (Ap.7:1-8)
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capítulo siete cuenta el otro lado de la historia del período de la tribulación.
Así como el capítulo seis revela “la ira del Cordero”, el capítulo siete
revela la misericordia del Cordero en medio de sus juicios. En contraste con el
capítulo seis, que parece dar la secuencia cronológica de los principales
eventos de la tribulación, el capítulo siete no avanza la narrativa, sino que
dirige la atención a dos grupos principales de los santos en la tribulación. La
visión revelada en este capítulo aporta un ingrediente esencial para comprender
el tema central del libro de las Revelaciones, y a la vez es uno de los
propósitos de Dios más importantes durante el período de la tribulación. Se
podría decir que el Cordero programa un descanso de las noticias de destrucción
y dedica un tiempo para explicar la salvación del remanente judío y la de los
gentiles que se volverán en masa sin precedentes a Cristo. Hay una brecha o
breve interludio entre el juicio del sexto y séptimo sello, que en el libro de
Apocalipsis se les llama “periodos entre paréntesis”[1]. Estos interludios o paréntesis ocurren siete
veces a lo largo del libro de las Revelaciones.
Las aplastantes presiones combinadas
con la guerra en Europa, con las consecuencias arreglar a nivel global que
trajo, las enfermedades pandémicas, las armas de destrucción masiva, la muerte
de la cuarta parte de la población mundial y los crecientes movimientos
religiosos rivales: Un sorprendente movimiento de adoración del Mesías Jesús en
Israel y un movimiento de adoración del Anticristo impulsado por sus milagros. Este
movimiento espiritual sin precedentes entre las naciones presionará a toda la
raza humana elegir un movimiento religioso y un Mesías u otro. Aquí podemos
observar el primer paréntesis que se encuentra en el libro de las Revelaciones
que está entre el sexto y séptimo juicio que explica el sellamiento los 144000
judíos que testificarán durante la primera parte el período de la tribulación.
También se pueden encontrar dos
paréntesis más en este mismo libro en los capítulos 10-14 y 17-18. Estos paréntesis
no hacen avanzar en la narrativa, sino que son insertados para aclarar
acontecimientos pasados, presentes o futuros. Por ejemplo, durante los juicios
derramados en los capítulos 6-9, el contenido del capítulo 7 es insertado para
mostrar que Dios ofrece la salvación a la raza humana desde el principio de las
convulsiones mundiales de la tribulación hasta muy cerca de su final. Antes que
comiencen a derramarse los juicios de las copas en los capítulos 15-16 (los
peores en severidad), los capítulos 13-14 presentan al lector un cuadro de todo
el panorama. Los temas de los capítulos 17-18 despliegan los detalles de la
justa destrucción del reino desafiante del Anticristo. Esta destrucción es
consumada por la Segunda Venida en gloria del Mesías Jesús al final del periodo
de la tribulación. Estos siete capítulos intermedios adicionales los cuales son
engranajes vitales en la rueda de las verdades proféticas que se encuentran en
este gran libro de Apocalipsis.
Se debe tomar en cuenta que estos
capítulos intermedios ahora para futuras referencias y una transición más
fluida de eventos y cronologías dentro del libro profético. Como se ha dicho en
los capítulos anteriores se puede ver como en el libro de las Revelaciones se
pasa de una escena a otra (bastante contrastada) en momentos clave: el cambio
de la introducción epistolar a la visión dramática de Cristo exaltado Ap.1, el
cambio de enfoque en las iglesias en Ap.2-3, la entrada del profeta Juan al
cielo Ap.4-5; y los cuatro jinetes cabalgando por la tierra de Ap.6. Pero al
comienzo de este capítulo hay otro cambio de enfoque, aunque todavía se
describe desde el punto de vista del profeta Juan en el trono celestial. El
lector debe leer este capítulo en el contexto de lo que viene antes y después,
y en vista de sus conexiones con otras partes del libro.
El capítulo siete revela qué
sucede al pueblo de Dios. Así como los enemigos se enfrentan a la ira y al
juicio, los santos cantan alabanzas de liberación a Dios y al Cordero. Todo el
capítulo, dedicado a los santos. Esta sección de la visión del profeta Juan
tiene dos partes, relacionadas con el motivo de “ver versus oír” que ya se ha
encontrado anteriormente: Juan “escucha” el número de los contados (pero no los
ve); luego se vuelve para ver a una gran multitud de santos “de todas las
naciones, tribus, pueblos y lenguas”, incontable y estas dos descripciones
se interpretan entre sí. Describe a los siervos de Dios que están delante de su
trono, y así esta visión, como un interludio entre el sexto y el séptimo sello
funciona para responder a las preguntas específicas al final de Ap.6, “¿y
quién podrá sostenerse en pie?” (Ap.6:17). Este interludio o paréntesis
responde a esa pregunta y contrasta los santos con los pecadores. “Los
habitantes de la tierra” o los pecadores, no podrán resistir cuando el
juicio de Dios caiga sobre ellos, pero los habitantes del cielo, o sea los santos,
permanecerán porque llevan el sello del Dios vivo. Por lo tanto, ciertamente
estarán en el planeta tierra en medio de los juicios derramados por Dios. La
repetición de la palabra griega “histÿmi” (histymi)
en Ap.6:15 y 7:19 muestra que la pregunta “¿¿y quién podrá mantenerse en
pie?” (Ap.6:17) es respondida por
“Después de esto vi aparecer una gran multitud compuesta de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Era imposible saber su número. Estaban de pie ante el trono, en presencia del Cordero, y vestían ropas blancas; en sus manos llevaban ramas de palma” (Ap.7:9)
El
profeta Juan da la
respuesta: los ciento cuarenta mil y la multitud innumerable. No las personas
que piden a las montañas y a las rocas que los oculten a la ira Divina, sino los
santos que están delante del trono. Son los que Dios ha sellado, son lavados en
la sangre del Cordero y vestidos de túnicas blancas, con ramas de palma en las
manos. El capítulo siete enseña que, en lo que Dios reúne a su pueblo, suspende
todo juicio hasta tanto no se hayan reunido y hayan sido sellados los santos (vs.2-3).
Los santos que se reúnen en la gran multitud e incluyen a los ciento cuarenta y
cuatro mil sellados (vs.4–9a). Se
describe a los santos como mártires que se están reuniendo como un cuerpo hasta
el fin de los tiempos (vs.13-14); por
último, están delante del trono de Dios y del Cordero para siempre (vs.15-17) donde
beberán de los manantiales de agua de vida (Ap.7:17; 21:6) y Dios “enjugará
toda lágrima de sus ojos” (Ap.21:4); por último, están delante del trono de
Dios y del Cordero para siempre. Son
dignos de mención la correlación entre los capítulos 7 y 21–22 y su desarrollo
·
el
sello en la frente (Ap.7:3 y 22:4)
·
las
doce tribus de Israel (Ap.7:4–8 y 21:12)
·
las
naciones (Ap.7:9 y 21:24, 26)
·
el
trono de Dios (Ap.7:9,15 y 22:1, 3)
·
el
servicio prestado (Ap.7:15 y 22:3)
·
el
templo (7:15 y 21:22)
·
la
morada de Dios (Ap.7:15 y 21:3)
·
sed
y manantiales de agua viva (Ap.7:16–17 y 21:6)
· enjugar lágrimas (Ap.7:17 y 21:4)
Vale
la pena también señalar dos similitudes entre los juicios de sellos y las
trompetas
Para
continuar leyendo este comentario solicite gratuitamente el libro a
ricardoarias349@gmail.com
Estamos
para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de
Israel
[1] Este interludio paréntesis,
retarda el ritmo frenético y rápido de la apertura de los sellos, irrumpe la
progresión incesante hasta el final y llama la atención del lector sobre lo que
es de suma importancia el sellamiento de los santos. Los arranques y paradas
del ritmo narrativo crean anticipación del final seguido de un retraso
inesperado. Esta tensión entre el “ya” y el “todavía no” de la escatología
orienta al lector hacia la vida en tiempos intermedios. Lo que debe “suceder
pronto” (Ap.1:1; 22:20) queda en suspenso a medida que el estudio revela varios
escenarios más antes de que finalmente se alcanzase el desenlace. Los juicios
de las trompetas reproducen otro patrón similar de sucesos rápidos seguidos de
una desaceleración del ritmo narrativo. Una larga narración incrustada en
Ap.10:1-11:14 detiene el ritmo sin aliento de las seis trompetas antes de que
suene la séptima trompeta. Marcadores similares dividen el capítulo siete en
dos partes. La parte primera se introduce con “después de esto vi”
(Ap.7:1-8); la segunda parte comienza con “después de estas cosas vi”
(Ap.7:9-17)
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