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la iglesia de tiatira
Carta a
Tiatira
(en griego, Θυάτειρα, Thuateira,
Actividad Sacrificial)
La iglesia adúltera (500-1517)
(Ap.2:18-29)
“Y
escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: “El Hijo de Dios, que tiene ojos
como llama de fuego, y cuyos pies son semejantes al bronce bruñido, dice esto:
“Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, tu servicio y tu perseverancia, y que
tus obras recientes son mayores que las primeras. Pero tengo esto contra ti: que toleras a esa
mujer Jezabel, que se dice ser profetisa, y enseña y seduce a mis siervos a que
cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos. Le he dado
tiempo para arrepentirse, y no quiere arrepentirse de su inmoralidad. Mira, la
postraré en cama, y a los que cometen adulterio con ella los arrojaré en gran
tribulación, si no se arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos mataré
con pestilencia, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña las
mentes y los corazones, y os daré a cada uno según vuestras obras. Pero a
vosotros, a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esta doctrina,
que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como ellos las llaman, os
digo: No os impongo otra carga. No obstante, lo que tenéis, retenedlo hasta que
yo venga. Y al vencedor, al que guarda mis obras hasta el fin, le daré
autoridad sobre las naciones; y las regirá con vara de hierro, como los vasos
del alfarero son hechos pedazos, como yo también he recibido autoridad de mi
Padre; y le daré el lucero de la mañana. El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias”
(Ap.2:18-29)
La ciudad de Tiatira
T |
iatira (la actual Akhisar,
“castillo blanco”) era una ciudad fortificada situada a unos sesenta y cinco
kilómetros al sureste de Pérgamo (comienza a cerrarse hacia abajo como en una
herradura) entre los valles del Calco y
del Hermo, que conduce al río Hermus. Está abierta a una fertilísima llanura,
cosa muy rara en las ciudades antiguas, que solía edificarse en alturas, a fin
de defenderse mejor de sus enemigos que pretendiesen asaltarlas. Al ser un área
llana carecía de algún tipo de importancia militar. Probablemente su nombre fue
una variación del griego para “hija” (thygatyr, thygathyr) dado por uno de los
generales de Alejandro Magno cuando repartió sus dominios a Seleucus I Nicator,
uno de sus cuatro generales antes de morir, quien fundó el Imperio Seléucida. Seleuco
pobló con los soldados del ejército de Alejandro Magno y sus familias. Estaba cerca de los límites con las provincias
de Misia y Lidia y ambas la pretendían. A diferencia de las ciudades que ya se ha
estudiado, la ciudad de Tiatira se ubicaba en un valle entre dos ciudades. La
importancia de Tiatira era su posición geográfica, pues quedaba en medio del
camino por donde viajaba el correo del Imperio Romano. Por este camino se
transportaba todo el intercambio comercial entre Europa y Asia.
No tenía fortificaciones
naturales ni era hermosa si se la veía desde afuera. En el 190 a.C. los romanos
penetraron en el valle y conquistaron la ciudad, porque al estar situada en un
valle plano no tenía suficiente protección frente a fuerzas superiores, por ese
motivo colocaron una guarnición romana para protegerla y cobraba importancia
como lugar estratégico por cuanto era una guarnición que cerraba el acceso y
servía de protección a Pérgamo, que era en aquel entonces la capital de la
provincia. Tiatira estaba situada en la ruta comercial de Pérgamo a Sardis;
desde Esmirna una arteria principal conducía a través de este valle hasta esta
ciudad. Tuvo muy buenas relaciones con los emperadores romanos Vespasiano y
Domiciano que mantuvieron los caminos.
De ahí que la ubicación
de Tiatira cerca de rutas comerciales principales fomentara su crecimiento
económico. Como resultado de se desarrollaron una gran cantidad de gremios
comerciales, los artesanos locales producían una serie de mercancías, porque eran
panaderos, pintores, curtidores, sastres, alfareros, y trabajaban la lana, el
lino y el metal (sobre todo cobre); y traficaban con esclavos.
El principio de la
religión en la ciudad de Tiatira es muy oscuro. Una moneda acuñada por la
ciudad presenta al héroe Tirimnos, montado desnudo sobre un caballo, con un
hacha de guerra en la mano. La religión en Tiatira era bastante sincretista, en
el sentido que varios dioses eran honrados a la vez, como lo indican las monedas
acuñadas. Una moneda muestra al emperador romano Caracalla rindiendo culto a
Tirimnos. Caracalla aparece sostenido en la mano de una diosa de la ciudad de
Pérgamo. Otra moneda muestra al emperador Heliogábalo vestido con la túnica de
un general romano, estrechando su mano con la del dios Tirimnos. Entre ellos se
ve una urna, símbolo de los juegos olímpicos, actividad popular en Asia Menor.
Encimas de la urna se ve el nombre “Pithia”, indicando que los juegos en
Tiatira eran modelados según el estilo de los juegos pithios de Grecia. A los
pies de los dos se ve un sacrificio ardiendo encima de un altar. Una tercera
moneda presenta al dios Hefestus, vestido de artesano, sentado frente a un
yunque, sujetando un casco con un par de pinzas y golpeándolo con un martillo.
La diosa de la guerra, Palas Atenea, de pie delante de él, anticipa recibir el
producto terminado.
Gracias a la “Pax Romana”,
aquel largo período de paz universal lograda por el Imperio Romano, la ciudad
de Tiatira gozaba de mucha prosperidad porque era un centro de comunicación. La
ciudad era un centro industrial controlado por gremios, o sea, sindicatos. En
un mundo sin las modernas separaciones entre la vida privada, religiosa y
cívica, estos gremios serían lugares donde se honraban a los dioses paganos Apolo
y Artemisa (conocida también como Tirimnos) y estaba el famoso “peribolé” (peribole, recinto), residencia de
la sibila oriental de Sabathe. Los miembros del gremio tenían la obligación de
asistir a las festividades en honor de esos dioses, a comer en sus templos y a
entregarse a la promiscuidad sexual. No cumplir con estas reglas implicaban la
expulsión del sindicato, perder el empleo y la pobreza más absoluta.
Los cristianos que se
negaban a honrar a dioses paganos, a comer carne sacrificada a ídolos y a
entregarse a promiscuidad sexual ponían en peligro sus necesidades materiales.
Se los consideraba como parias de la sociedad. Como centro de mano de obra
sindicada, controlaba no sólo las industrias, sino también ejercía un poder
inmenso sobre la política y la religión. Los banquetes y la adoración pagana se
asociaron durante mucho tiempo con la inmoralidad sexual en las Sagradas
Escrituras; se describen junto al incidente del becerro de oro (Ex.32:6) y
nuevamente en Moab (Nm.25:1-2), y se alude a ambos pasajes en la discusión del
apóstol Pablo sobre comer carne ofrecida a ídolos en
“No
seáis, pues, idólatras, como fueron algunos de ellos, según está escrito: El
pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantó a jugar. Ni forniquemos, como
algunos de ellos fornicaron, y en un día cayeron veintitrés mil” (1Co.10:7-8)
Proféticamente, se cree que
Tiatira representa el Edad Oscura o Media, del 500 a 1500 d.C., durante la cual
triunfaron las doctrinas heréticas de las sectas de los de Balaam y los
Nicolaítas (Ap.2:6,14-15). La carta a la iglesia de Tiatira es tanto la más
larga como la que más fuertemente refleja una condición de corrupción total. Solo
hay un verso que elogia lo bueno que había allí; pero hay cinco versos que
describen sus males y traen advertencias necesariamente severas. (Ap.2:20-23,27).
La
carta demuestra que la Iglesia puede decaer a un nivel muy bajo, y aún llamarse
Iglesia. Muestra como triunfaron las doctrinas heréticas del paganismo en la Iglesia,
especialmente con respecto a sus normas morales, con respecto a las costumbres
sexuales, que llegó a ser tan tolerada en el cristianismo, y que dominaba
incluso a los líderes de la Iglesia. El nombre Tiatira, que significa
“sacrificio continuo”, el error en que cayó la Iglesia en este período
(500-1500) fue el ignorar paulatinamente el hecho de que el sacrificio
expiatorio del Señor Jesucristo en la Cruz del Calvario era suficiente para
perdonar los pecados del ser humano (Hch.10:12) y convertir la Cena del Señor
en un sacrificio continuo en el altar y poseer una casta especial de sacerdotes.
Todo esto en abierto contraste con la carta escrita por el apóstol Pablo a los Hebreos
en el Nuevo Testamento donde dice que el Mesías Jesús se ofreció una sola vez y
para siempre por los pecados de la raza humana
“Porque
convenía que tuviéramos tal Sumo Sacerdote: santo, inocente, inmaculado,
apartado de los pecadores y exaltado más allá de los cielos, que no necesita,
como aquellos sumos sacerdotes, ofrecer sacrificios diariamente, primero por
sus propios pecados y después por los pecados del pueblo; porque esto lo hizo
una vez para siempre, cuando se ofreció a sí mismo” (He.7:26-27)
Según Hch.16, Lidia era de
Tiatira. Ella era vendedora de púrpura. La historia registra que la ciudad de
Tiatira era conocida por su industria textil y sus tintes especiales. La
púrpura no podía haber sido extraída del molusco obtenido de las costas de
Fenicia, una región muy lejana, sino el flamante color rojo, que era obtenido
de la raíz de una planta que lleva el nombre en latín “rubiaceae tinctorum”.
Antiguamente, los nombres de los colores eran usados con bastante laxitud,
pues, “púrpura” puede indicar una variedad de colores brillantes. Aunque
Lidia se convirtió en la ciudad de Macedonia, algunos creen que fue a través de
su testimonio que se inició la iglesia en Tiatira. Desafortunadamente resulta
muy posible que la iglesia haya dejado de existir a fines del siglo II.
El
Querubín caído estaba presente y activo en Asia cuando el Señor el Jesús envió
sus cartas a las siete iglesias del Asia. Él tenía sinagogas en Esmirna
(Ap.2:9) y Filadelfia (Ap.3:9), y hasta había instalado su trono en la ciudad
de Pérgamo (Ap.2:13). Como se verá más adelante en Tiatira tenía una falsa
profetiza que
“y enseña y seduce a mis siervos a que cometan actos inmorales y coman cosas sacrificadas a los ídolos, que no han conocido las cosas profundas de Satanás!” (Ap.2:20,24)
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