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La iglesia de Laodicea
Carta a Laodicea
(griego
Λαοδίκεια πρός τοῦ Λύκου)
Derechos
del pueblo o de la muchedumbre
Ap.2-3
“Las cosas que son” (Ap.3:7–13)
Paralelismo
con la parábola del tesoro escondido (Mt.13:33-35)
Período
profético de 1914 hasta el rapto de la Iglesia
“Y escribe al ángel de la
iglesia en Laodicea: El Amén, el Testigo fiel y verdadero, el Principio de la
creación de Dios, dice esto: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni
caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío
ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque dices: ‘Soy rico, me he enriquecido
y de nada tengo necesidad’; y no sabes que eres un miserable y digno de
lástima, y pobre, ciego y desnudo, te aconsejo que de mí compres oro refinado
por fuego para que te hagas rico, y vestiduras blancas para que te vistas y no
se manifieste la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para
que puedas ver. Yo reprendo y disciplino a todos los que amo; sé, pues, celoso
y arrepiéntete. He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor, le
concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo también vencí y me senté con mi
Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias (Ap.3:14-22)
La ciudad de Laodicea
L |
aodicea está situada a unos sesenta y nueve
kilómetros al sureste de Filadelfia, diecisiete al oeste de Colosas y casi diez
de Hierápolis (Col.4:13) junto al río Lyco, en su
confluencia con el río Meandro en el valle de Licos. El Valle de Lycos era un Valle fértil y estaba en
la encrucijada entre Lidia, Frigia y Caria. Fue la capital de la Frigia
Palatina, en Asia menor y la puerta de entrada a Éfeso, a unos ciento sesenta
kilómetros al este, la cual era, a su vez, la puerta de entrada a Siria. Era un
excelente centro de comunicaciones, por converger en ella las tres vías más
importantes de toda la región: del noroeste, venía una por Tróade, Sardis, y
Filadelfia; del noreste, la de Lorilea y el norte de Frigia; y hacia el sudeste
partía la que conducía a Atalia Perge y Siria. Hasta mediados del siglo tercero antes de
Cristo, se la conocía como Diospolis (la ciudad de Zeus) y Roas. Pero alrededor
del 250 a.C. el gobernante sirio Antíoco II extendió su influencia hacia el
oeste, conquistó la ciudad, y le puso por nombre Laodicea en honor a su esposa
Laodicea (quien después envenenó a su esposo). Sus ruinas yacen junto al actual
Denizli y cerca de Honaz (la antigua Colosas), dentro del campo visual de las
imponentes ruinas de la Hierápolis.
Esta
era una ciudad de la provincia romana de Asia Menor, en la parte occidental de
la Turquía asiática moderna. Los romanos penetraron en la zona en el 133 a.C. y
convirtieron a la ciudad en un centro judicial y administrativo. El nombre de
la ciudad refleja el estatus que tenía como una ciudad libre o una ciudad a la
que los romanos otorgaron un grado limitado de autonomía. También la
convirtieron en un puesto avanzado para proteger la frontera norte, por qué la
topografía del terreno servía de fuerte defensa fortificada. Cuando otras
ciudades se unieron a varias revueltas contra el Imperio Romano, la ciudad de
Laodicea permaneció leal y próspero más.
Pero la desventaja principal que posee esta ciudad era
el precario suministro de agua potable. Su ubicación había sido determinada por
el sistema de caminos, lugar de considerar los recursos naturales. El agua
potable era traída desde la ciudad de Denizli, a cuatro kilómetros, al sur, por
cañerías de piedra hueca de un metro de diámetro. Un ejército invasor,
conociendo bien su geografía, fácilmente podía cortar el acueducto durante un
sitio como dejando la ciudad muy vulnerable, y especialmente durante el verano
cuando el río Lycus se secaba. Bajo la “pax romana” (es una expresión en latín
utilizada para referirse al largo periodo de estabilidad que vivió el Imperio
romano, caracterizado tanto por su calma interior como por su seguridad
exterior, lo que le permitió alcanzar su máximo desarrollo económico y expansión
territorial) el Imperio Romano construyó un sistema de carreteras de este a
oeste y de norte a sur. En época romana, su posición geográfica favoreció su
desarrollo y prosperidad. Estaba en la importante intersección de carreteras
principales Asia Menor, que de Laodicea para ir a occidente, a los puertos de Mileto a unos ciento
sesenta kilómetros de distancia. Para el oriente de esa misma entrada conducía
a la meseta central, y desde allí hasta Siria. Otra entrada, que conducía que atravesaba
de Laodicea, iba para el norte, a la capital central de Pérgamo y para el sur a
las costas de Alateia. Bajo el proconsulado de Cicerón (51-50 a.C.) fue un
centro administrativo, en un centro bancario y judicial de la región. Todo esto
permitió que la ciudad de Laodicea fuera la más rica de la provincia de frigia.
En los tiempos neotestamentarios aumentaron su
prosperidad material. Se convirtió en un gran centro de prendas de vestir y fue
pionera en prendas exteriores producidas en masa y, por lo tanto, baratas. La
tierra fértil producía rico pasto en las altas mesetas de los alrededores para
la crianza de ovejas que producían una finísima y lustrosa lana, más suave que
la de la ciudad de Mileto, de color negro azabache. Con esta lana se tejía una
popular túnica en Laodicea, llamada “la trimita”. Fue tan conocida en el
Imperio Romano y un concilio ecuménico, convenido en Laodicea en el año 451
d.C. recibió el apodo “la trimitaria”. Un suéter de bajo precio llamado
“jimatía” fue muy popular también. La invención de un colirio eficaz para los
ojos se hizo muy conocido y popular.
Religión:
Era la
típica de su época, era sincrética, una combinación de dioses locales y romanos
los dos principales dioses adorados eran Asclepios y Zeus, pero también
enviaban una delegación anual al oráculo de Apolo en Klaros. El templo de Men
Karrow a unos veintiún kilómetros fuera de la ciudad, siendo también el centro
de expresión religiosa de la región.
Medicina:
Poseía
una floreciente escuela de medicina que estaba construida a nueve kilómetros al
noroeste de la ciudad. Dicha escuela seguía los principios del médico griego
Herófilos (250 a.C.). Este doctor, creyendo que las enfermedades compuestas
requerían medicinas compuestas, enseñó los principios de la mezcla de medicinas
para producir el resultado deseado. Los profesores de la escuela lograron
fabricar un ungüento para curar infecciones de los oídos. Dos de ellos eran tan
célebres que sus retratos aparecen en varias monedas de aquella época. También
lograron preparar un polvo en forma de colirio para los ojos muy buscado y
codiciado. Para ayudar a la exportación de estos medicamentos, los médicos de
Laodicea desarrollaron un proceso para convertir el ungüento en polvo que se
comprimía en tabletas.
Estaba hecho de piedra pómez molida de las fuentes
termales de la ciudad de Hierápolis, que, cuando se mezclaba con agua formaba
una cataplasma que era un remedio eficaz para la inflamación. No fue usado sólo
este polvo para el tratamiento de infecciones oculares, sino que también tenía
la capacidad de mejorar la visión de los ojos débiles. Este “polvo de Frigia”
fue exportado en tabletas a todas partes del mundo conocido. Fue llamado “tefra
frugian” (tefra frugian), que literalmente significa “cenizas de la
provincia de frigia”. El dios honrado en la escuela fue llamado “Askelepios”.
Su figura aparece en las monedas agarrando un bastón con una serpiente
entrelazada.
Las monedas acuñadas en la odisea indican que la
ciudad hacía muchas alianzas con otras ciudades en cuanto al comercio,
inclusive con Éfeso, Esmirna y Pérgamo, pero no con la ciudad de Colosas que
era un pueblo insignificante. Asimismo, en los días de la República, y en los
días de los primeros emperadores romanos ya era una de las principales y
florecientes ciudades del Asia Menor. La gente de la ciudad se caracterizaba
por la búsqueda de placer, ostentaba un gran estadio, un hipódromo, tres
grandes teatros, baños públicos y famosas ferias de mercadería. La ciudad
sufrió gravemente en la guerra de Mitrídates (fueron tres enfrentamientos
militares entre la República romana y el Ponto en el siglo I a.C).
Un devastador terremoto causó grandes daños a
Laodicea en el 17 d.C. y, al igual que a otras ciudades en la provincia de
Asia, recibió ayuda económica del gobierno romano. En el 60 d.C. un segundo terremoto
afectó a la ciudad, y el gobierno romano, encabezado por el emperador Nerón, ofreció
ayuda financiera para reconstruir la ciudad. Pero los gobernadores de la ciudad
enviaron al gobierno una respuesta negativa e informaron que disponían de
abundantes recursos con fondos privados para la reconstrucción. De hecho,
incluso contribuyeron para la reconstrucción de ciudades vecinas. Según un
historiador pudieron llegar a ser esto casi sin ningún estancamiento
perceptible en su comercio o industria. Esto generó o provocó el aumento del
orgullo en de la ciudad como independiente y rica. Tres notas destacaban en la
ciudad de Laodicea
·
Las fructíferas operaciones bancarias y las numerosas transacciones
comerciales, de dónde procedía su opulencia
·
La floreciente industria de tejidos, especialmente en fina lana negra, y
sus famosísimas alfombras
·
Era sede de una prestigiosa escuela de medicina, sobre todo de oculistas,
cómo Zeuxis y Alejandro Filetes. También era productora de colirio
El suministro de agua para Laodicea llegaba desde
Hierápolis, a una distancia de unos diez kilómetros, por medio de un acueducto.
La fuente contenía aguas termales ricas en carbonato de calcio; cuando el agua
llegaba a Laodicea, su temperatura era tibia. Aunque estas fuentes termales
tenían valor medicinal y eran como un balneario para los habitantes del lugar.
Antíoco
el grande (conocido también como Antíoco II) trajo a unas dos mil familias
judías de Babilonia a Lidia y Frigia a mediados del siglo tercero a.C.42 La
ciudad de Laodicea, fronteriza de estas dos regiones, acogió a muchas de estas
familias y prosperó. En el 62 d.C. el
procónsul romano Gayo Valerio Flaco se alarmó por la cantidad de moneda que los
judíos exportaban para pagar el impuesto anual para el mantenimiento del templo
en la ciudad de Jerusalén. Parte de este envío provenía de Laodicea y ascendía
a unos nueve kilos, lo mismo hizo de un pueblo llamado Apemeia, cincuenta kilos
de oro. Ese oro equivalía a quince mil días de salario en aquellos días, y como
el impuesto del templo equivalía a dos días de salario como esto significa que
había por lo menos siete mil quinientos hombres judíos (además de mujeres y
niños) en estas ciudades.
Inscripciones encontradas indican que había judíos
viviendo en la ciudad de Hierápolis, a unos nueve kilómetros de Laodicea, pero
no son mencionados en relación directa a Laodicea. Sin embargo, el historiador judío
llamado Josefo menciona que había judíos en Laodicea porque esta era un
importante centro bancario. Una inscripción de Hierápolis identifica a los
colonos judíos con el término de “Katoikoi” (katoikoi), que significa los que permanentemente vivían en un lugar dado.
Laodicea,
en calidad de ciudad madre, llegó a incorporar un área donde había no menos de
ciento veinte aldeas, de tal manera que se convirtió en una verdadera
metrópolis, conforme era llamada según algunas inscripciones encontradas en
yacimientos arqueológicos que llegaron hasta nuestra época. La ciudad estaba
sujeta a constantes terremotos, los que eventualmente forzó su abandono.
Actualmente es un lugar desértico, pero muchas de sus ruinas dan testimonio de
su antigua grandeza. La arqueología ha logrado recuperar un hipódromo, tres
teatros (uno de los cuales tiene ciento treinta y seis metros de diámetro),
además de otros muchos elementos. Poseía mucho oro y, cómo ciudad libre coma acuñaba
sus propias monedas. Tenía todas las características de las envidiables
ciudades romanas.
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