Ir al contenido principal

¿Será verdad?

Ap.12 Las selañes del cielo

La mujer (Israel), el dragón (Satanás), el Hijo (el Mesías Jesús ) Conozca a verdad para que nadie lo engañe. El segundo y útimo intento del Querubín caído y sus demonios para tomar por asalto el trono del Hijo de Dios. Su derrota a manos del arcángel Miguel y sus ejercitos. Las consecuencias de su derribo y su confinamiento al planeta tierra.     Israel y el inicio de la segunda parte del período de la tribuación Solicte gratis este libro a ricardoarias349@gmail.com Estamos para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de Israel

La iglesia de Sardis




 




Carta a Sardis

(griego antiguo α Σάρδεις, en jónico Σάρδιες,

forma contraída Σάρδς, lidio Sfard, persa Sparda)

Paralelismo con la parábola del tesoro escondido (Mt.13:44-46)

Profesión vacía – surgimiento de la Iglesia del Estado

La Iglesia muerta (1517-1789)

“Y escribe al ángel de la iglesia en Sardis: “El que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas, dice esto: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, pero estás muerto. Ponte en vela y afirma las cosas que quedan, que estaban a punto de morir, porque no he hallado completas tus obras delante de mí Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; guárdalo y arrepiéntete. Por tanto, si no velas, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes unos pocos en Sardis que no han manchado sus vestiduras, y andarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. Así el vencedor será vestido de vestiduras blancas y no borraré su nombre del libro de la vida, y reconoceré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Ap.3:1-6)

 

S

etecientos años antes que el profeta Juan escribiera esta carta a la iglesia de Sardis, la ciudad en que estaba dicha iglesia había sido una de las más mejores del mundo. Sardes o Sardis era una ciudad situada a unos cincuenta y tres kilómetros de la ciudad de Tiatira. Esta ciudad está actualmente en ruinas; sólo queda un pequeño pueblo (Sart) al lado de las viejas ruinas, en la provincia turca de Manisa. Era un nudo natural de comunicaciones, lo cual influyó notablemente en su historia. Pero su ubicación impidió que se expandiera y la obligó a seguir siendo pequeña, otro sector de la misma abarcó las faldas de la meseta.

De ahí que el nombre “Sardis” (Sardeis) sea una palabra plural, ya que realmente denominaba dos ciudades: la que estaba en la meseta y que se expandió por el valle debajo de la meseta. Esta ciudad era servida por cinco carreteras romanas.  Dependía por completo del fértil valle que la circundaba para todas las necesidades de la vida, y los productos había que transportarlos hasta la ciudad. Sólo era posible llegar a la ciudad desde el sur, a lo largo de esta franja angosta y elevada que terminaba en el promontorio sobre el que se había construido la fortaleza. Precipicios pronunciados protegían a la ciudad de manera que no se podía escalar.

Fue la capital del reino lidio, si bien durante el siglo VIII a.C. Lidia permaneció eclipsada por la vecina Frigia, con la llegada al poder de la dinastía Mermnada (687 a.C.) se inicia un período de expansión, el cual se plasma en el crecimiento de su capital, Sardes. Hacia el 644 a.C., invasores cimerios saquearon la ciudad baja de Sardis. Los lidios fueron los primeros en acuñar regularmente monedas, especialmente, bajo el reino de Creso (560 a.C.). La riqueza de este rey fue tan proverbial, que el nombre de “Creso” ha pasado a ser símbolo de una persona extremadamente rica. Todo lo que tocaba, según la leyenda, se convertía en oro. Alhajas encontradas en los cementerios cercanos indican que había abundantes riquezas en el área. Incluso la naturaleza misma ayudaba a Sardis, el historiador Herodoto escribe acerca del río Pactolus (actual Gediz) que cruza la ciudad

“El río que desciende del Monte Tmolus (actual Boz Dag), y que le trae a Sardis cantidades de polvo de oro, cruza directamente el mercado de la ciudad”

 

que desemboca en el mar Egeo, llamado también “Porta-oro”, sin dudas por las pepitas de oro que arrastraba en su corriente, procedentes de las ricas minas de oro que atraviesan el subsuelo. Lo que suministraba pronto se agotó, ciertamente antes de que los romanos ocuparan la zona. Pero Creso utilizó la riqueza para extender su influencia, que llegó muy al oriente de Sardis. En una batalla contra Ciro de Persia confió en un oráculo que le dio la sacerdotisa de Delfos:

“Si atraviesas el río Halys, destruirás un gran imperio”

 

Con su ejército cruzó este río y destruyó no el imperio persa sino el suyo propio. Habiendo emprendido una rápida retirada hacia Sardis, descubrió que los persas le seguían tenazmente. Pero Creso y lo que quedaba de su ejército lograron entrar a la ciudadela. Los ciudadanos consideraban a la ciudad como inexpugnable, por estar construida sobre una colina cuyos lados caían perpendicularmente sobre la llanura No creyó que Ciro fuera a perseguirlo, y por ello no movilizó a sus fuerzas. Cuando el ejército persa llegó a Sardis, Creso decidió esperar, al creer que nadie podría escalar los muros casi verticales del promontorio.

         Después de estar catorce días la ciudad sitiada, Ciro proclamó a todo el ejército que el que lograse escalar la elevación seria recompensado inmensamente. Hieroedes, soldado de Mardis, se dedicó a observar con muchísima atención las defensas de la ciudad. Ocurrió que Hieroedes vio a un saldado lidio que por accidente se le cayó su yelmo por uno de los muros y bajó a buscarlo, sin darse cuenta mostró que por dónde escalar los muros. Por la noche, de forma sigilosa Hieroedes guio a un grupo de soldados persas y escalaron los muros. Al llegar a la cima, el contingente asalto no encontró oposición, ya que la guardia lidia estaba durmiendo plácidamente y se apoderaron de la ciudad y por sorpresa. Fue conquistada por Ciro el Grande (el de la Biblia) en el año 549 a.C. Creso pensó que iba a estar a salvo en Sardis, su inexpugnable fortaleza. Cuando el Imperio Persa comenzó a expandirse se convirtió en la más grande e importante de Asía Menor. Un ramal de la carretera comunicaba a Sardis con la ciudad de Éfeso.

La segunda parte del versículo tres pareciera aludir a esa sorpresa, que no fue la única. Cuando las personas no toman en cuenta su historia, repiten los errores del pasado. Luego de tres siglos de oscura historia, fue tomada de nuevo por Antíoco III el Grande de Siria, éste envió a sus ejércitos contra Sardis (218 a.C.) a pesar de la bravura de sus habitantes. En el siglo tercero sus soldados fueron guiados por un oficial llamado Lágoras que había aprendido a trepar a pie firme en las montañas de su tierra natal, la isla de Creta. El pequeño grupo, guiados por el cretense, escalaron los desprotegidos muros de la ciudad y lograron abrir los portones desde adentro, los ejércitos de Antíoco el Grande se apoderaron de ella y destruyeron las fuerzas de un tal Arcaeus quien se había rebelado contra Antíoco.  Lo hicieron en forma muy parecida a como lo habían hecho los persas trescientos años antes. Antíoco el Grande hizo que unas dos mil familias judías emigraran desde Mesopotamia hasta Lidia y Frigia en Asia Menor. Por estas situaciones, cuando el Señor Jesús les dijo a los cristianos de Sardis que estén alertas (Ap.3:3) oyeron un eco de su propia historia pasada. Las lecciones aprendidas, debido a sus caídas, han sido reiteradas después por muchos filósofos y generales; se pueden resumir en tres puntos principales

·         Cuidado con la confianza excesiva

·         Cuidado con subestimar a su enemigo

·         Cuidado con las inesperadas fortunas de guerra

 

Los judíos se establecieron en muchas de las ciudades, incluyendo a Sardis, donde la investigación arqueológica ha mostrado que era conocida la lengua aramea. Josefo escribe que los judíos en Sardis disfrutaban de ciertos privilegios, como tener ciudadanía y ocupar posiciones importantes como miembros del consejo citadino. Excavaciones realizadas en el área han puesto al descubierto una sinagoga bastante grande, que se remonta al siglo tercero de la era cristiana. Debe admitirse que unos restos del siglo tercero no demuestran que los judíos estuvieran en Sardis en el siglo primero, pero sí sugieren que algunos judíos quizá vivieron ahí durante algún tiempo antes de esto y que eran ricos, influyentes y suficientemente numerosos para poder construir una sinagoga como esta.

La ciudad de Sardis, entre una de las doce ciudades mayores de la provincia, fue haciéndose más importante bajo el dominio del Imperio Romano, aunque la fundación de la ciudad de Pérgamo le fue restando importancia. El diecisiete de nuestra era la ciudad fue destruida casi completamente por un violento terremoto (tercera sorpresa). Por esto, cuando el Señor Jesús dijo a los santos en Sardis, “¡Está alerta!” (vs.2), oyeron un eco de su propio pasado que dio más fuerza a dicha advertencia. Hacia el año veintiséis o veintisiete ya fue reconstruida, gracias a la generosidad del emperador Tiberio. El historiador romano Tácito dice que el emperador romano donó una gran suma de dinero para la reconstrucción de la ciudad, y remitió los impuestos por cinco años. En agradecimiento, los habitantes quisieron levantar un templo al emperador. Sus representantes de la ciudad apelaron a su glorioso pasado de guerras, su envió de colonos a las islas del Mar Egeo, con la recepción correspondiente de cartas de agradecimiento por parte de generales romanos. Se jactaron de la rica tierra en sus contornos, el buen clima y sus ríos. Por supuesto, no mencionaron las tres ocasiones cuando había sido capturada a causa de su descuido. Pero no pudieron presentar ningún logro presente o un avance cultural. Pero el permiso le fue denegado; el favor le fue concedido, en cambio, a la ciudad de Esmirna.


Para continuar leyendo este comentario solicite gratuitamente el libro a ricardoarias349@gmail.com


Estamos para servirle, bendiciones del Vencedor del Calvario, Jesús, el Mesías de Israel


Entradas populares